Oaxaca, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, es un destino que cautiva con su historia, cultura y arquitectura. Conocida como la Verde Antequera por sus hermosas construcciones de cantera verde de estilo colonial, sus calles empedradas y plazas vibrantes cuentan historias de un pasado glorioso que sigue latiendo en cada rincón.

Desde tiempos ancestrales, Oaxaca ha sido un punto de encuentro de innumerables culturas que aún hoy permanecen vivas. El esplendor de las antiguas ciudades de Mitla y Monte Albán irradiaba el sureste de México, dejando un legado que se refleja en su arte, su gastronomía y sus tradiciones. Esta riqueza cultural se manifiesta en las manos de sus artesanos, quienes elaboran piezas únicas como los textiles de Teotitlán del Valle, los icónicos alebrijes de San Martín Tilcajete y la elegante alfarería de barro negro de San Bartolo Coyotepec.

La ciudad es un paraíso para los amantes de la arquitectura y la historia. Edificaciones majestuosas como el Templo de Santo Domingo, la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y los mercados tradicionales ofrecen una ventana al alma de Oaxaca. Sus plazas, como el Zócalo, vibran con el bullicio de la vida cotidiana, mientras que los molinos de chocolate perfuman el aire con el aroma de esta ancestral bebida.

Más allá de su riqueza cultural, Oaxaca también sorprende con su entorno natural. A las afueras de la ciudad, el imponente Árbol del Tule, con más de 2,000 años de historia, se alza como un testigo silencioso del paso del tiempo. Y para quienes buscan una experiencia sensorial única, una visita a una fábrica de mezcal revela los secretos de esta bebida emblemática, profundamente arraigada en la identidad oaxaqueña.

Oaxaca es una ciudad que recibe con los brazos abiertos a quienes la visitan, invitándolos a sumergirse en un mundo de tradiciones, sabores y colores que dejan una huella imborrable. Más que un destino, es una experiencia que se vive con todos los sentidos.